Camino Neocatecumenal
NOTA HISTÓRICA Y ALGUNOS DATOS SOBRE
EL CAMINO NEOCATECUMENAL
1- Los inicios: una síntesis teológico-catequética.
A principios de los años sesenta, Kiko Argüello, un pintor español, después de una crisis existencial, descubrió en el sufrimiento de los inocentes, el tremendo misterio de Cristo Crucificado, presente en los últimos de la tierra. Esta experiencia le llevó a abandonar todo, y siguiendo las huellas de Charles de Foucauld, se fue a vivir entre los pobres de las barracas de « Palomeras Altas », en la periferia de Madrid. Carmen Hernández, también española, licenciada en química, que había estado en contacto con la renovación del Concilio Vaticano II a través del P. Pedro Farnés Scherer (liturgista) y que, llamada por el Obispo, estaba tratando de formar un grupo para ir a evangelizar a los mineros de Oruro (Bolivia), conoció a Kiko Argüello.
El ambiente de las barracas era de los más degradados de la sociedad, constituido por gitanos y quinquis, en gran parte analfabetos, vagabundos, ladrones, prostitutas, jóvenes delincuentes, etc.
El temperamento artístico de Kiko, su experiencia existencial, su formación como catequista en los Cursillos de Cristiandad, el impulso de evangelización de Carmen – formada en el Instituto de las Misioneras de Cristo Jesús -, su preparación teológica (licenciada en Teología) y su conocimiento del Misterio Pascual y de la renovación del Concilio Vaticano II, unido al ambiente de los más pobres de la tierra, constituyeron el humus, el laboratorio, que dio lugar a una síntesis kerigmática, teológico-catequética, que es la columna vertebral de este proceso de evangelización de adultos, en que consiste el Camino Neocatecumenal.
2- Para la Iglesia, con la Iglesia
Esta síntesis kerigmática, acogida por los pobres, que no se defendían ante ella y que respondían con gran gratitud, constituyendo una comunidad cristiana, hizo nacer la primera semilla, el primer “grano de mostaza”, de lo que hoy vemos como el desarrollo de un gran árbol lleno de frutos. Este germen fue reconocido por el Arzobispo de Madrid, Mons. Casimiro Morcillo, quien, visitando las barracas, constató la acción del Espíritu Santo y lo defendió, lo bendijo y lo reconoció como una acción verdadera del Concilio – él, que había sido uno de los secretarios generales del mismo – y mandó llevarlo a las parroquias de Madrid, poniendo como condición que el Párroco estuviese al centro, aprobando ad experimentum las novedades litúrgicas necesarias para la iniciación cristiana: palabra, liturgia y comunidad.
3- De las barracas a las parroquias
Así, el Camino, que había nacido en medio de tantos sufrimientos entre los más pobres, a través de Don Casimiro Morcillo fue llevado a las parroquias. La primera era una parroquia de clase medio-alta. Allí, Kiko, Carmen y algunos hermanos pobres de las barracas, fueron invitados a hablar de la Eucaristía, pues el Párroco había quedado impresionado de la fuerza de la liturgia en las barracas. Más tarde fueron invitados a ir a una parroquia rural de Zamora, en un barrio de agricultores, de gente muy religiosa. De vuelta a Madrid, realizaron otras dos experiencias en la parroquia “Pío XII” – de clase alta – y en Canillejas, en la periferia de los nuevos barrios-dormitorio, para continuar evangelizando en otras parroquias.
4- Aparece un itinerario
Frente al desafío con el que se encontraba esta síntesis teológico-catequética llevada por el grupo de las barracas de Madrid, se vio en seguida que en las parroquias muchos usaban las catequesis para “revestirse” aún más, como si se tratase de conferencias para ilustrar la mente y enriquecer la cultura; en definitiva, no como un camino de bajada y de kenosis, en el que hacer morir poco a poco al hombre viejo, para poder ser repletos de la nueva creación en el Espíritu Santo. La situación social era tan grave que aparecía claramente la necesidad de un cristiano más adulto, que supiese responder a los signos de los tiempos.
De este modo, apareció, poco a poco, la renovación del Bautismo, como camino fundamental para llegar a una fe adulta, capaz de responder al cambio de época que se estaba verificando.
En las parroquias, mucha gente que frecuentaba los sacramentos, estaba insuficientemente catequizada e ignoraba en gran parte los contenidos del Bautismo. Abriendo un camino de iniciación cristiana, estas personas encontraban, en un camino de tipo catecumenal postbautismal, la posibilidad de recorrer las etapas del Bautismo, que habían recibido de pequeños.
Por lo que respecta al proceso neocatecumenal, con sus etapas fundamentales, a la educación permanente, al catecumenado para los no bautizados y al servicio a la catequesis, véanse los respectivos títulos del Estatuto
5- Primer reconocimiento del Camino Neocatecumenal
El 30 de agosto de 1990, el Papa Juan Pablo II, en la carta Ogniqualvolta (AAS-82.90,1513-1515) dirigida a Mons. Paul Josef Cordes, entonces Vice-Presidente del Pontificio Consejo Pro Laicis y delegado “ad personam” para el apostolado de las Comunidades Neocatecumenales, concluía:
Después de más de veinte años de vida de las Comunidades, extendidas por los cinco continentes,
– teniendo en cuenta la nueva vitalidad que anima a las parroquias, el impulso misionero y los frutos de conversión que resultan del trabajo de los itinerantes, y, últimamente, de la obra de las familias que evangelizan en zonas descristianizadas de Europa y del mundo entero;
– considerando las vocaciones surgidas de este Camino para la vida religiosa y para el presbiterado, y el nacimiento de Colegios Diocesanos de formación al presbiterado para la nueva evangelización, como el Redemptoris Mater de Roma;
– habiendo visto la documentación presentada por Ud.;
– acogiendo la solicitud a mí dirigida,
reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos actuales.
Deseo, por tanto, que los hermanos en el Episcopado valoren y ayuden, junto con sus presbíteros, esta obra para la nueva evangelización, para que la misma se realice según las líneas propuestas por sus iniciadores, en espíritu de servicio al Ordinario del lugar y de comunión con él, y en el contexto de la unidad de la Iglesia particular con la Iglesia universal.
El 24 de enero de 1997, en la audiencia concedida a los iniciadores del Camino Neocatecumenal y a los itinerantes, el Santo Padre animó a llevar adelante el trabajo de redacción de un “Estatuto del Camino”
6- Los Seminarios “Redemptoris Mater”
Han nacido sobretodo gracias a la valentía y al impulso misionero del Papa Juan Pablo II y de las familias en misión, casi todas con muchos hijos, cuyo testimonio de fe ha sido fundamental para la reevangelización y la formación de nuevas parroquias. Se ha visto la urgencia de abrir Seminarios para formar Presbíteros que pudiesen hacerse cargo de las nuevas parroquias que las familias preparaban. Ésta ha sido una de las razones del nacimiento de los Seminarios Misioneros “Redemptoris Mater”.
Las características de los Seminarios Redemptoris Mater, que se rigen por Estatutos y Regla de Vida propios, aprobados por los Obispos que los erigen, se pueden resumir en cuatro aspectos fundamentales: Camino Neocatecumensal, Diocesaneidad, Misionariedad e Internacionalidad.
Los Seminarios “Redemptoris Mater” son diocesanos: o sea, son erigidos por los Obispos diocesanos de acuerdo con el Equipo Responsable internacional del Camino Neocatecumenal, y se rigen por las normas vigentes para la formación y la incardinación de los clérigos diocesanos. Son misioneros, esto es, los presbíteros formados están disponibles para ser enviados por el Obispo a cualquier parte del mundo. Son internacionales ya que los seminaristas provienen de países y continentes diversos, sea como signo concreto de la misionariedad, sea como signo de disponibilidad a ser enviados a cualquier parte.
Pero la característica más significativa de estos seminarios es su relación con el Camino Neocatecumenal, es decir, con un itinerario de maduración hacia una fe adulta, que prepara y suscita las vocaciones en muchos jóvenes antes del ingreso en el Seminario, que les acompaña en el tiempo de formación, y ordenados Presbíteros, continúa sosteniéndoles en su formación permanente. El Camino Neocatecumenal se convierte también en un medio de evangelización para los alejados, en un instrumento de la “implantatio ecclesiae” por medio de familias que acompañan a los presbíteros y les ayudan en su misión. Hasta hoy se han abierto 46 seminarios “Redemptoris Mater” en los cinco Continentes.
7. Algunos datos sobre el Camino
Después de 30 años de obra evangelizadora, la compleja realidad del Camino Neocatecumenal se ha extendido en 105 países de los cinco continentes. Hasta el año 2001, estaba presente en unas 5000 parroquias de 880 diócesis, con más de 16.700 comunidades, de las cuales unas 8000 en Europa, 7300 en América, 800 en Asia y 600 en África.
Cerca de 1500 seminaristas se están preparando para ser Presbíteros para la Nueva Evangelización en los 46 seminarios diocesanos misioneros «Redemptoris Mater» que el Camino Neocatecumenal ha ayudado a abrir, de los cuales 32 han sido ya erigidos canónicamente. Nacidos a petición de los respectivos Obispos están distribuidos así: 20 en Europa, 14 en América, 6 en Asia, 1 en Medio Oriente, 3 en África y 2 en Australia. Desde el año 1989 han sido ordenados 731 presbíteros formados en los Seminarios «Redemptoris Mater»
En los centros vocacionales, hay más de 2000 jóvenes, que, ayudados por los propios catequistas y por algunos presbíteros, están realizando una primera verificación seria de su vocación, preparándose para entrar en un Seminario «Redemptoris Mater». Numerosas – unas 4000 – son las vocaciones de chicas jóvenes provenientes de las Comunidades Neocatecumenales que en estos años han entrado en monasterios, especialmente de clausura.